Al inicio del siglo XIX, varios conflictos afectaban a todos los continentes: en África, la invasión de Egipto por parte de Francia, la conquista del Cabo de Buena Esperanza por parte de Reino Unido y las prácticas esclavistas; en Asia, la continua expansión del Imperio Ruso; en Oceanía, las consecuencias de las exploraciones de las potencias colonizadoras; en Europa, las ansias de conquista por parte de Napoleón; en Hispanoamérica, las proclamas coloniales independentistas; y en Norteamérica, los deseos de los estadounidenses de desprenderse definitivamente del yugo del Imperio Británico.
Fueron tiempos convulsos en los que los seres humanos luchaban sin cesar unos contra otros por alcanzar sus ideales de una convivencia pacífica o, simplemente, por mantener o adquirir privilegios sobre sus semejantes.
Fueron tiempos convulsos en los que los seres humanos luchaban sin cesar unos contra otros por alcanzar sus ideales de una convivencia pacífica o, simplemente, por mantener o adquirir privilegios sobre sus semejantes.
En Norteamérica, la mayoría de las poblaciones establecidas por los descendientes de europeos se habían levantado en la costa este. Hacia el interior, había vastos territorios aún sin explorar por ellos, no por los nativos que llevaban algunos siglos por allí.
Entre 1828 y 1829, Peter Skene Ogden, un empleado de la todopoderosa Compañía de la Bahía de Hudson, exploró los alrededores de Salt Lake, atravesó Great Basin y llegó a la Baja California. Había abierto una ruta terrestre para el traslado de personas y mercancías
Al norte de
Salt Lake, Ogden se encontró con un grupo de colonos que se había asentado veinte años
atrás en un valle de fértiles tierras y abundante agua. Esa gente se dedicaba a
la agricultura y a la ganadería, habían conseguido que arraigaran los cultivos
de cereales y que los cerdos se criaran con normalidad. Habían luchado
duramente contra las adversidades, pero, al menos, no habían tenido que
combatir a otros seres humanos; ni siquiera contra los pobladores originales,
los shoshone y los bannock, con los que mantenían excelentes relaciones basadas
en el respeto e intercambio de productos. La visita de Ogden les produjo
alegría al encontrarse con otras personas y también temor por las consecuencias
de haber sido localizados en ese lugar tan alejado de los conflictos de los que
habían huido.
Pasaron
momentos muy malos, en los que tuvieron que defender sus vidas.
Afortunadamente, las rutas abiertas para acceder a los yacimientos de oro de
California pasaban lejos de su asentamiento, que se convirtió en un lugar de
aprovisionamiento muy respetado por los mineros.
El
pueblo se desarrolló con rapidez. Algunos buscadores de oro, decepcionados por
no lograr un enriquecimiento sencillo, se acordaron de que ese asentamiento era
un buen lugar para vivir trabajando la tierra de otra forma. Los habitantes del
pueblo recibieron a la mayoría de los visitantes con los brazos abiertos. A
otros no; a los violentos los recibieron con las armas empuñadas en sus manos.
Pasaron
muchos, muchos más años.
El
pueblo se desarrolló sin llegar nunca a convertirse en una ciudad. Se
construyeron carreteras, una estación de ferrocarril y un aeropuerto. En los
últimos años del siglo XX, los vecinos de las grandes urbes de la costa oeste
descubrieron la exuberante naturaleza del condado de Wellmort, el condado donde
se asentaba el pueblo. Desde entonces se ha convertido en un lugar muy apreciado, y
el turismo ha pasado a ser una actividad muy importante de su economía. Ya no es solo un pueblo agrícola, ganadero y minero, sino uno moderno y próspero que ya
aparece en los mapas del estado de Idaho.
No
se conservan muchos documentos sobre los orígenes del pueblo; ni siquiera se
sabe por qué le pusieron ese nombre.
Riverthree, así se llama el pueblo.
Riverthree, así se llama el pueblo.
Algunos
de los descendientes de los colonos que llegaron en la primera caravana
continúan viviendo allí: los Chambers, los Cartwright, los Tanner, los Palma,
los Osborn, los Eastwood…
Ahora, en el siglo XXI, han sucedido muchas cosas en Riverthree; cosas que han afectado trágicamente a la familia Eastwood.
Ahora, en el siglo XXI, han sucedido muchas cosas en Riverthree; cosas que han afectado trágicamente a la familia Eastwood.
Ya
solo quedan dos de ellos: Ross, un fiscal de Washington D. C.; y Jake, un soldado del
Cuerpo de Intendencia del Ejército de los Estados Unidos.
Ross
y Jake se marcharon de Riverthree muy jóvenes, cada uno por un camino distinto,
en busca de lo que no habían conseguido encontrar en su pueblo natal. Hace unos meses regresaron a Riverthree para asistir al entierro de su hermano Brad. Desde entonces se han quedado allí.
Yo
he contado la historia de estos dos hermanos.
Y
la he escrito en seis novelas.
No
sé…
Quizá
escriba alguna más.
Quizá
la escriba porque creo que su historia todavía no ha terminado.
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